miércoles, 10 de agosto de 2011

 Esto es parte de Voces del primer vagón:
Primavera
Un campo de cerezos, repleto de colores tiernos, era la única imagen que deseaba ver  desde su llegada a aquel país de lengua incomprensible. Era la visión de un(a) alguien ajeno que se reflejaba en millones de mujeres deseosas de salir a tierras lejanas sólo para darse cuenta que ninguna mujer es diferente de otra; que todas compartían, al igual que aquel colorido campo de cerezos, la cualidad inherente de la delicadeza. Cada flor de cerezo,  con el ir y venir del viento, se convertía en una mujer observando, caminando, respirando, existiendo.

Arizbeth Chávez Chacón



Desde que se perdió en el bosque y la nieve, nadie había vuelto a saber de ella: ni sus padres, ni sus compañeros de clase, incluso la ley había perdido cualquier rastro de la niña. Todo el tiempo ella supo en donde se encontraba. Desde el primer día quiso saber que era alejarse de los cuidados, de las preguntas obvias, de las miradas incómodas y enternecidas. Con el paso de los días ya no eran ellos los que la buscaban, si no ella la que quería encontrarlos para devorarlos con sus pequeños y afilados dientes salvajes.

Arizbeth Chávez Chacón

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